
No lo supe en su momento. No lo sé. Jamás lo sabré.
¿Cómo fue que ella te asesinó el alma?. ¿Será que vos ya sin alma la llevaste hacia el abrazo destructor de la botella?.
Creí, entonces, en tu dolor, y más que odiarla le tuve infinita lástima.
Con su partida definitiva, cuando me avisaron, empecé a conocerte y así, al descubrirte, dejé de tenerte lástima para iniciar mi trayecto hacia el odio.
No lo supe en su momento. No lo sé. Jamás lo sabré. Ya no importa. Antes o después perdiste el alma.....
¿Cómo fue que ella te destrozó el corazón?. ¿Será que vos ya sin corazón, te atreviste a negarle lo único de un poco de afecto que reclamaba?.
Creí, entonces, en tu sufrir, y más que despreciarla, por instantes la odié.
Con su ausencia de siempre, para siempre, logré verte desnudo no solo por fuera, desde adentro y muy profundo. Por haber dejado de amarte, tiempo atrás, antes aun de su partida, y después de la mía, empecé a caminar por el sendero de dejar también de quererte.
No lo supe en su momento. No lo sé. Jamás lo sabré. Ya no importa. Antes o después perdiste el corazón..... es en vano encontrar más respuestas.....
Ella, una nebulosa, no te perdonó, yo en cambio intenté hacerlo al saber, cuando me avisaron, de tu estar mal desde hacia tiempo. Y me acerqué, con lo bueno de mi no perdido, con mi ser diferente al regresar de la distancia, transcurridos ya dos años.
Ella tenía razón, sin voz me lo demostró, y en mi tiempo, evitándome la autodestrucción, respetándome, valorizándome sin soberbia, descubrí que se vengó de tanto y de todo, dejándote en la miseria de afuera por haber sido tan miserable desde adentro.
Ni siquiera pudiste respetar su recuerdo, haciéndola responsable de tu ser y de tu estar.
Al despedirte sin palabras, concreté el adiós que no me atreví, cuando escapando de vos huía de mi misma. Al cerrar la puerta a tus espaldas cuando no pudiste defenderte de la verdad, al colgar el teléfono cuando no quise oírte en las mentiras de tus quejas y lamentos, al no extrañarte en la cama cuando impedía que pensando en vos te olvidaras de mí, al arrancarte de mi alma y de mi corazón cuando logré despreciar tu nefasta presencia, y al olvidar tu nombre cuando escucho el silencio de tu llamada, desperté entonces, un día, para saberme ya libre de tu entrada, una vez, en mi vida.
Y tu recuerdo, en este recuerdo, me sabe a olvido, cicatrizada tanta herida.
No lo supe en su momento. No lo sé. Jamás lo sabré. Ya no importa. Antes o después perdiste el alma y el corazón. Es en vano encontrar más respuestas.
Tal vez jamás te conocí. Tuviste figura, voz, presencia, olor y sabor a pesadilla.
MENCION LITERARIA. EDITORIAL EL TORNILLO Y LA ZORRA. MARZO 1996